El sonido también ocupa espacio...
Y el silencio, a veces ahoga,
es tan intenso,
tan espeso, que no deja respirar.
Y tampoco deja ver,
donde se encuentra la palabra,
oportuna,
la que libera de ese aire enrarecido.
El silencio permanece,
contaminado por el murmullo,
por las campanas que no cesan
y los pensamientos que no callan.
Y uno perdido,
enloquecido,
cobarde ante la misión de...
... hablar con los ojos,
... susurrar,
... encontrar la frase exacta
... o decir cualquier otra.
A fin de cuentas es la única solución,
de romper el silencio, de cambiarlo,
por otro silencio,
más sereno, menos asfixiante.